Atrás quedaron los escalones incesantes, las montañas sin nombre, las colinas abalconadas, las formas góticas de los rodoendros y su hojarasca, la compañía intermitente de los caminantes internacionales y la ayuda incondicional de Bchim, Bishe y la organización de la agencia de viajes de montaña High Spirit a lo largo de 8 días preciosos y muy afortunados por muchas razones, pero sobre todo porque siempre recordaremos con una dulce sonrisa la experiencia de vida que siempre nos esperó desde que nacimos.

Dicen que los viajes se disfrutan y se les saca jugo mientras se está en ellos, pero que cuando regresas a tu hogar el recuerdo se desvanece sin provocarlo. Después entre celajes ese recuerdo va saliendo a lo largo de los años posteriores cuando la memoria relaciona eventos, o cuando evocas experiencias de juventud que supusieron un reto en la vida, digno de determinación y voluntad personal. 

Ahora recuperándonos del viaje, retomando el sueño reparador de cada noche, volvemos para dedicar unas líneas que bien merecen la pena por si a alguien cuyo corazón late de aventura quiera leer y así tener una pequeña referencia, para nosotros mismos y vivificar aquel hermoso viaje rico en entornos, sensaciones y reflexiones y por qué no para dar testimonio de que un día amanecimos con el sol en la preciosa colina de Poon Hill o anochecimos en Deurali, en medio de la noche sobrecogedora antes de enfocarnos al ABC, como los occidentales denominan al Campamento Base de la montaña Annapurna de 8091m y macizo de más de 55km que alberga a sus hijos sucesorios (el II, EL III, EL IV y el South) y a su primo el Gangapurna todos comprendidos entre los 7000 y 8000m. Por todo ello nos gustaría relatar el día a día del diario de ruta que fuimos elaborando cada noche, para inmortalizar nuestras observaciones y meditaciones.